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jueves, 29 de marzo de 2012

LA JUSTIFICACIÓN


¿Qué es justificación?

Justificación es un acto de la libre gracia de Dios por medio de la cual Dios nos extiende “un certificado de absolución” declarándonos inocentes”. Dios nos declara legalmente justos. 

La justificación es imputada al hombre pecador sobre las bases de la obra consumada por Cristo quien ha sido hecho “justicia de Dios” a favor del hombre, cuando en la cruz Jesús murió en sustitución de éste. Es imputada porque no la merecemos. “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención.....” (1 Corintios 1:30). No hay méritos en nosotros, porque nuestros pecados nos condenan irremisiblemente delante del Dios de justicia, pero en Cristo, el hombre pecador recibe por la fe perdón y liberación del pecado.

1. Las condiciones para la justificación.

En sus momentos más críticos y confrontado con la justicia de Dios, Job hizo una pregunta crucial para todo hombre: "¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?" David se hace eco de esta verdad, cuando en el Salmo 143:2 nos dice: “No entres en juicio con tu siervo; porque no se justificará delante de tí ningún ser humano”. Para responder a estas inquietudes la Biblia nos revela las formas estipuladas por Dios para llegar a esa condición delante de Dios:



   a. La fe.

Al hombre pecador lo que se le pide es CREER. La fe es la llave que Dios le ha dado al hombre para abrir la puerta de la gracia; no hay ni imitaciones ni sustitutos.

“Justificados pues por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 3:23).

“Más, al que no obra, sino cree en aquél que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5).

Véanse además: Romanos 1:16; 10:4: 10:9; Hebreos 1:6; Efesios1:13; 2 Corintios 4:12; Juan 3:18; 3:36.

    b. La gracia.

Sin la manifestación de la gracia de Dios al hombre les sería completamente imposible llegar, por mucho que se esfuerce, para lograr su salvación. Por eso dice que "la gracia de Dios se manifestó a todos los hombres para salvación...” (Tito 2:11).


“Siendo justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”, a quién puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia...” (Romanos 3:24 y 25).

“Para que justificados por su gracia , viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. (Tito 3:7)

Véanse también Romanos 5:21; Efesios 2:5 y 8; Tito 2:11.

    c. La sangre.

La sangre de Jesús juega un papel importante en el acto de la justificación, ya que es la única capaz de remover el pecado que separa al hombre de Dios. Para esto Jesús tenía que morir en lugar del hombre, para que en lugar del hombre su sangre fuese derramada, “porque sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22). 

“Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre , por él seremos salvos de la ira...” (Romanos 5:9)

“La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).

“Sabiendo que fuisteis rescatados...., no cosas corruptibles como oro plata, sino con la sangre preciosa de Jesucristo , como de un cordero sin mancha ni contaminación...” (1 Pedro 1:8-9).

Véanse Efesios 1:7; Colosenses 1:20; 1 Juan 1:7; Apocalipsis 1:5. 

2. La fuente de la justificación.

La gracia es de Dios, y proviene de Dios. Pablo dice que “Dios es el que justifica...” (Rom. 8:33). “La gracia de Dios se manifestó para salvación...” (Tito 2:11). Al hombre se le manda a apropiarse de la gracia, cubrirse con la gracia que Dios le brinda para hacer efectiva su salvación. La gracia de Dios se manifiesta ofreciendo gratuitamente el don de la salvación en Cristo al hombre, pero también se manifiesta capacitando al hombre, predisponiéndolo para creer. Pablo catalogó a los gálatas de “caídos de la gracia” porque quisieron sustituir el único medio de salvación por sus propios medios. A través de la historia y comenzando desde nuestros primeros padres, pasando por Caín y hasta nuestros día el hombre sin Dios ha rechazado los medios de gracia ofrecidos por Dios para su justificación, sustituyéndolos por sus propios medios de justicia propia. El resultado ha sido permanencia en la condición de caídos.


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